Sobre los judios, un salón de té y... un hombre

La semana pasada estuvo en Eslovaquia, en la casa de mi abuela. En el sábado alguien llamó por el teléfono fijo. No sabía quien y no me interesaba.

15 minutos después llegó el autobús. Sí, el autobús. El autobús con 16 judios; todos eran de Israel, todos eran miembros de una familia. Una mujer con su marido, sus tres hijos con sus maridos y ocho hijos de estos hijos. La más joven tenía solamente 2 aňos.

Admirable. Maravilloso. Guay.

Porque casi todos hablaban inglés - a diferencia de mi abuela - yo era la que tuvo que hablar con ellos. No me considero un parlanchín y tuve que divertir 15 personas ("la abuela" conocía eslovaco, porque durante la segunda guerra mundial había vivido en Eslovaquia, el la casa de mi abuela - por el fin un razón, porque quería venir con su familia). Más extraňo es que no me molestara. De hecho me gustó.

Y otro encuentro extraňo ha pasado a mí hoy. Se puede decir que encontré 5 personas quienes no había visto más que un aňo a la vez. Cuatro de ellos no son tan importantes y - aunque es mal decirlo de este modo - no me faltan. Pero este uno...

Antes de encontrarlo había querido ir al salón de té para pasar tiempo con mis amigos. Y después...

"A dónde vas? Yo a Americká..."
"Yo también."

No quería ir a Americká. No hubo nada que hacer allí. Pero no me importaba.

De hecho me fui con él en el trolebús 11. No vivo tan cerca de las estaciónes de este trolebús y menos aún quería ir a casa. Pero fui. No sé porque. Me siento que si quisiera ir a completamente otra parte de la ciudad, iría solamente para hablar con él 10 minutos.

"Vamos a vernos otra vez?"
"Por supuesto."

Quiero verlo una vez más.

Tranquilo! Tranquilo!

Espero que otros hayan tenido un buen tiempo esta noche.

Y vamos a ver si Martina tiene su entusiasmo para traducirlo como la noche pasada :-)

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